Una mirada sobre la sensibilidad del territorio :: FRANCISCO AMOROSO

      

POR MOIRA TAYLOR
FOTOS:  DANIELA GINESTE, ELISEO MICIU Y ADRIANA MUSSI

Francisco “Pancho” Amoroso es un arquitecto que se define a sí mismo como un buscador, un curioso investigador de nuevas maneras de ver el mundo. Referente del diseño local y regional, Amoroso muestra su incansable recorrido hacia lo nuevo y revela su mirada sobre las tecnologías y herramientas en la búsqueda de la sustentabilidad. 

Con más de dos décadas viviendo en San Martín de los Andes, Francisco Amoroso (más conocido como Pancho) habla de los cambios arquitectónicos que se sucedieron a partir de ese “desembarco” original. “Cuando llegué acá, me cambió la cabeza. Venía acostumbrado a construir edificios en altura, plantas industriales, lo que equivalía a una materialidad totalmente diferente de la que me encontré. La escala era absolutamente diferente”. Antes de pisar la Patagonia Amoroso trabajó en un conglomerado de empresas que, según dice, funcionó como una segunda facultad, donde desarrolló edificios y estructuras de gran escala. Algunos años más tarde se independizó, dedicando su práctica a variadas propuestas muy relacionadas con la arquitectura escolar, sanitaria, industrial y de vivienda. En aras del cambio de vida y de lo que muchos vienen a buscar, eligió a San Martín de los Andes. “Me encontré con una imagen folclórica o costumbrista, que tengo que admitir que me gustaba, con la que me sentía cómodo. Me gustaba la idea de la aldea de montaña, de las casitas, aunque nunca fui amigo de las casas de “chocolate en rama”. Pero sí una arquitectura que rescataba algunos valores de la tradición constructiva del sur de Chile y la transculturación que, a partir de los maestros carpinteros chilenos, quienes ocupaban el 80% de la mano de obra de la construcción en San Martín, se manifestaba por todas partes”. Un isotipo al que Amoroso se acomodo, desarrolló y exploró durante mucho tiempo.

Pero el tiempo, así como cura todas las heridas, también se revela con cambios y nuevas ideas. Y Pancho, aunque más no sea en eso únicamente, responde a la regla. Su óptica, la manera de diseñar y pensar la arquitectura regional, cambiaron a partir de un intercambio comprometido con otros profesionales. “En el año 1995 con el Colegio de Arquitectos organizamos el tercer Congreso Iberoamericano de Arquitectura Regional. La discusión que se dio con los colegas en ese espació fue fundamental y muy enriquecedora“, dice Amoroso. “De allí surgieron las primeras dudas de lo que se estaba haciendo y de lo que se quería proyectar. Con base en esas discusiones, un grupo de colegas de Bariloche, La Angostura y San Martín, empezamos a querer darle cierto grado de organicidad a esos espacios de discusión y creamos una asociación, la Unión de Arquitectos Andino Patagónicos (UAAP),que terminó incorporando a todas las ciudades de la Cordillera, desde Esquel hasta Aluminé, dando lugar a discusiones e intercambios que cambiaron, en muchos sentidos, la manera de ver y hacer arquitectura en la Patagonia Andina, generando además, no sólo vínculos regionales de este lado de la Cordillera, sino también exportándolos a Chile. Siempre entendimos a esta región como un espacio libre de fronteras”, explica Amoroso.

El otro hecho fundamental que describe Amoroso en su carrera profesional fue un concurso privado que se hizo para construir un hotel en Las Pendientes en el año 1999. El jurado que evaluaba las propuestas estaba integrado por un arquitecto de renombre en el país y que dio mucho por la arquitectura de Sudamérica, Horacio “Bucho” Baliero, fallecido hace algunos años. “Sus críticas a los proyectos que se presentaron fueron determinantes. Ese para mí fue el último click que me hizo querer intentar otro camino, otro lenguaje, otra manera de mirar”, afirma Amoroso.

Otro capítulo
Ahí comenzó todo otro camino, el de la contradicción. El estereotipo aceptado frente a la búsqueda personal. “Los clientes recién ahora están empezando a pedir cosas más refrescantes, pero en aquel momento casi imponían un estilo que era el que predominaba”, comenta Amoroso. Llevaría tiempo y perseverancia posicionar otra arquitectura, proponiendo nuevas imágenes. Fue y es un recorrido lento en el cual la idea ha sido darle espacio a una nueva mirada sin por ello perder el espíritu de la Patagonia. “Representarla, en lo que para nosotros era y es el momento presente, el siglo en el que estábamos viviendo, o la década al menos, y no en la honorable década de Bustillo, que yo respeto y Forma parte del bagaje cultural de la Patagonia. Pero sea como sea, nosotros tenemos como arquitectos la obligación de analizar y proponer, inclusive equivocándonos, expresa Amoroso sin cerrar ni concluir. “En ese camino de encontrar lenguajes formales de otro tipo todavía hay una zona de transición: la utilización de los materiales. Y en ese lugar estamos, presentando proyectos que implican la utilización de la madera en estados naturales, aplicando productos que ayudan a mantener ese estado natural sin dividirlo tanto de su entorno. Y las experiencias de construcciones que hemos tenido utilizando esta filosofía se adaptan más armoniosamente al medio en el que se implantan. No sé en qué va a terminar, pero creo que justamente eso es lo apasionante”, comenta entusiasmado Amoroso.

La imagen comienza a cambiar y con ella la incorporación de una mirada más sustentable se cristaliza e introduce en la identidad de las construcciones del Estudio Amoroso. La premisa y la propuesta es generar edificios más sustentables a pesar de que aún hoy esas tecnologías y materiales siguen teniendo un costo mayor de inversión inicial. El objetivo del equipo es lograr comunicar que estas nuevas estructuras e incorporaciones son una manera de ahorro y compromiso fundamental en el horizonte del mañana. “La decisión es hacer edificios que sean lo más autosustentables posibles. Se pueden diseñar y construir casas mucho más sostenibles, casas que utilicen materiales que sean renovables y reproducibles y no materiales únicos. Las aislaciones, la utilización de maderas provenientes de una industria, la no utilización de piedra (que implica una cantera y como tal es una extracción no recuperable), son algunos pasos en esa dirección. La realidad es que estamos intentando medir la cantidad de elementos naturales que eventualmente se puedan utilizar. En muchos casos no lo logramos. Es justo admitirlo. Pero es bueno cuestionarnos su utilización. Cuando pensás de un modo más sustentable, hay muchos recursos que comienzan a flaquear. Un ejemplo de esa discusión que tenemos es la utilización de la piedra como revestimiento, como elemento escultor, la piedra como azulejo. Y lo único que buscamos es un efecto de textura, visual, más que esencial. Y eso nos preocupa y ocupa. No lo tenemos resuelto desde lo que implica el diseño. Pero seguimos buscando”, analiza Amoroso. En términos amplios, lo que propone es autoimponerse medidas de mitigación. Es decir, tener conciencia de que se está antropisando, lo que es inevitable. Y en ese contexto contar con una mínima conciencia de cómo mitigar esa apropiación del medio desde la arquitectura, pero también desde quienes edifican y construyen sus hogares en la Patagonia.

Arquitectura sensible
Con mucha práctica en su haber, Amoroso demuestra en cada intervención ser un ávido lector y estudioso de su profesión, de su relación con el arte y de su inevitable implicancia con el medio en el que se inscribe. De planteos teóricos firmes e interesantes, para el conocedor y el curioso, la charla nos va llevando a premisas cada vez más enriquecedoras de la práctica arquitectónica. El medio que preexiste a la obra y ella que intenta fundirse, perceptible, pero sin violencia. La construcción, la mano del hombre, la idea del diseñador, de ese creador de realidades se va escribiendo en su práctica pero también en su base teórica. “El planteo es encontrar la sensibilidad del territorio. Hay determinadas obras que son para este territorio. Yo no sé si sale o no sale, eso lo dirá el tiempo. Felizmente las generaciones de arquitectos jóvenes que han llegado a la zona proponen una arquitectura terriblemente refrescante y eso provoca evolución. Hay una frase que alguien dijo alguna vez, que es determinante a la hora de pensar lo que hacemos: “El patrimonio del mañana se construye hoy”. Cuando el amigo Alexandre Eiffel construyó la torre, todo el mundo lo crítico. Pero hoy es uno de los íconos de Europa. Por eso, primero hay que estar con la cabeza abierta. No hay que tenerle miedo en absoluto a los cambios. Eso no nos resguarda de la mala o buena arquitectura. Pero a lo que no se puede renunciar, lo que no se puede dejar de hacer, es intentar buscar, aunque me resultaría mucho más relajado y confortable seguir haciendo lo que hacía cuando llegue acá. Pero eso no es buscar ni evolucionar. Todo esto no quiere decir que no haya situaciones en las que tengamos que resignar innovación por tradición: de eso se trata también la labor del arquitecto. La vivienda está teñida de la utopía de cada uno de los eventuales clientes y yo no me siento con derecho a agredir esa utopía. Tengo la potestad de proponer una imagen diferente para la utopía particular de cada quien y puede ser aceptada o no. Lo que realmente importa es no dejar de intentarlo”, reflexiona Amoroso.

Parte de un movimiento mundial
A partir de las declamaciones sobre sustentabilidad, las nuevas modalidades constructivas comienzan a surgir casi naturalmente. Según dice Amoroso, es casi imposible eludir esta tendencia: “Cuando comenzamos a investigar y me instruyo de que un techo verde preserva y armoniza más del 50 por ciento de la energía empezamos a diseñar con cubiertas vivas y utilizables. Cuesta mucho que el cliente logre priorizar el gasto extra en pos de un objetivo ambiental. Pero es un proceso y no debemos dejar de proponer”, afirma.
Hay muchos cambios en proceso y muchos elementos que tienen que enrolarse en el movimiento. En la incorporación de nuevos materiales y diseños no sólo está la traba social y económica sino también la normativa, que en muchos casos no permite ciertos recursos constructivos. “Las normativas miradas como una foto se desactualizan al día siguiente. Hay que encontrar la manera de vincular las normativas a la preservación de la escala pero con la incorporación de nuevos parámetros que permitan sumar saberes y miradas que abogan por la sustentabilidad. Las normativas deben tener un eje duro: qué es lo que queremos como comunidad a nivel de la escala (un valor logrado en San Martin de los Andes frente a otras comunidades de la región) Y por otra parte, un eje blando, que permita ir adaptando la estructura a la incorporación de nuevas tecnologías en base a una discusión constante. Antes era impensable diseñar con vidrio doble: era todo vidrio repartido. Hoy podemos ver paños más generosos en función del aprovechamiento de visuales, iluminación y paisaje. Los sistemas de aislación que antes no existían, hoy son una manera de generar menos gasto de energía y una forma de transformar en más sustentable una construcción”, reflexiona Amoroso.

Preguntas y respuestas
¿Qué implicancias tiene el aplicar estas nuevas tecnologías a la vida cotidiana?
– Lo que sucede es que construimos edificios por lo general mucho más confortables. Lejos de la creencia de que estos cambios traerán aparejados complicaciones, estos nuevos edificios tienen ventajas marcadas frente a otras formas constructivas. Son construcciones que en nuestro clima funcionan mucho mejor aislando la temperatura exterior. Al utilizar correctamente las aislaciones, se logra una aislación térmica excelente y por lo tanto no se necesita tanta erogación de calorías para llegar a la temperatura deseada. Los cambios individuales son cambios globales. En la suma de las partes se crea otra realidad, una manera diferente de relacionarnos con el medio y entre nosotros. Lo cierto es que no podemos hacernos los distraídos, ni como individuos ni como sociedad. Todo aporta al sentido y la filosofía que le imprimamos a nuestras construcciones. Y si logramos plasmar ese compromiso con el medio ambiente en lo que hacemos, habremos inaugurado una etapa, totalmente nueva, para la arquitectura y para el desarrollo humano.
¿Cómo están San Martín y la región en este marco?
– Nosotros no vivimos en Suiza, donde existen restricciones hasta en el crecimiento de las ciudades. Esto es Argentina. Vivimos en Sudamérica y tenemos una geografía que también nos determina. En ese contexto, San Martín de los Andes -y he tenido oportunidad de chequearlo con colegas de casi todo el país- es una ciudad que ha sabido preservar algunos valores. Eso no quiere decir que está todo fantástico: hay mucho por trabajar y mejorar, pero en el contexto general del país estamos muy bien posicionados. Creo que supimos mantener cierta escala, hay una conciencia comunitaria de esa escala y además hay una gran cantidad de obra muy profesionalizada. San Martín de los Andes debe ser una de las ciudades con menor índice de obra espontanea. Hay, incluso, criterio compartido en los sucesivos gobiernos como un tema de preocupación manifiesto. Hay ciudades en las que esto no es siquiera un planteo. O se percatan de ello cuando ya no tienen vuelta atrás. Así, en este marco, las incorporaciones de nuevas tecnologías y planteos sustentables pueden ser traídas a la mesa y en algunos casos, aplicados. La idea es que cuando diseñamos una casa también, al mismo tiempo se diseñe el paisaje. El trabajo interdisciplinario de los dos diseños da como resultado un producto mucho más armónico y acorde a las necesidades del entorno. De alguna manera es mitigar lo que significa la implantación de una casa en un contexto natural para que ese mismo contexto no se encuentre destruido. Una especie de transición, de diálogo entre el adentro y el afuera que busca equilibrar y convivir en armonía con el entorno. Sea desde ese aspecto o el de la construcción en sí misma, lo importante es encontrar la manera de incorporar estos cambios a nuestra práctica como profesionales.

AMOROSO
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