La Minorina, cocina de chacra :: Cipolletti | Río Negro

TEXTO NICOLÁS VISNEVETSKY
FOTOS STEFANIE WOLFF

El restaurante “La Minorina” forma parte del circuito de turismo de campo del Valle del Río Negro. Funciona en una antigua casona reformada y se caracteriza por la cocina de fuegos, el trabajo en equipo, la sencillez y el buen gusto. También por su carta, que cambia todas las semanas. Agustín Bonnet es quien se encarga de todo.

Entender un restaurante es entender su cocina. La trama es más o menos así: un grupo de gente trabaja con mucho esfuerzo y ese esfuerzo, traducido mágicamente, es la sensación que te llevás una vez que emprendés el regreso a tu casa. “La Minorina” es un restaurante de chacra en Cipolletti. Buenos productos, buena carta, buenos vinos (el entorno es un capítulo aparte).
A 6 kilómetros del casco urbano de esa ciudad que supo tener uno de los mejores jugos de fruta (para los que no se acuerdan los jugos Cipolletti venían en un sachet metálico y frio eran únicos), está ubicada esta casa de principios de Siglo XX que alberga uno de los restaurantes revelación de este año. “La Minorina” está comandada por Agustín Bonnet, un amante de la cocina y la sencillez, que a sus 28 años ha logrado que fluyan en su sangre experiencias gastronómicas que lo han forjado como un actor destacado dentro del mundo culinario de esta parte del valle rionegrino.Tiempo atrás cambio Veterinaria por gastronomía. Estudió cocina en la escuela del Gato Dumas, tuvo algún paso por restaurantes de Punta del Este y fue el gran motor de “Sherlock”, uno de los bares más hermosos de Neuquén, sitio declarado patrimonio cultural de la ciudad.“Estuve en “Sherlock” varias temporadas. Con 20 años organizaba uno de los bares más concurridos de la ciudad. Llevo mucho tiempo cocinando”, cuenta Bonnet mientras pela papas, morrones, ralla zanahorias, dirige la cocina y chequea que los fuegos estén ordenadamente ardientes. Mientras tanto, el domingo se prepara para recibir a varios comensales, que ingresan a la chacra como una procesión, uno detrás del otro. Y así se va colmando el lugar. La chacra es una casa remodelada a gusto y placer de su dueño, puesta al servicio de un restaurante que ofrece productos frescos, en muchas ocasiones producidos en la zona, y con la particularidad de tener animales de granja a pocos metros de la puerta de entrada. La carta de “La Minorina” está repleta de exquisiteces y buenas combinaciones. Según la estación, muchas cosas van creándose. Un horno de barro permite otro tipo de cocina y la cercanía con los ríos y la huerta abren el juego para saborear diferentes platos.

LA COCINA

La cocina es el punto neurálgico de todo restaurante. Eso queda más que claro cuando pisás la cocina de “La Minorina”. Hay vértigo y sincronicidad, disfrute y adrenalina. Por un lado está Guti, un personaje que peina varias canas y tiene muchos años transitando los interminables caminos de la gastronomía. Guti es el consejero de Agustín. Y Agustín lo considera su hombre de confianza y referente. Guti sabe como nadie cosas que nadie sabe. Puede ser parrillero o maitre y es, por sobre todas las cosas, un excelente maestro, poseedor de una gran simpatía.“Aquí la carta cambia todas las semanas. Los domingos hay mucha demanda de parrilla y pastas. Las porciones son abundantes y la recepción ha sido genial desde el primer día: tratamos de cuidar al cliente, de que se sienta bien a gusto”, afirma Agustín, mientras clava su mirada en el horizonte de la chacra, allí donde la tarde cipoleña está a flor de piel, anticipando un otoño que no ofrece mucha resistencia.
“Siempre establecí buenas relaciones con quienes he laburado. Me siento querido y creo que la gente con la que he trabajado me aprecia. Y eso me ayudó bastante”, analiza Bonnet. Dueño de un criadero de perros, extraña ese hobbie al que no puede dedicarle todo el tiempo que quisiera. Ha viajado, debido a la cría de perros, a lugares en los que se paga una buena cantidad de dinero para obtener un buen pedigree. Agustín recuerda esa época con cierto dejo de nostalgia: después de todo, se trata de tiempo que la gastronomía le ha quitado.La casa donde funciona “La Minorina” fue totalmente reformada para transformarse en un restaurante de 50 cubiertos. Se destacan sus aberturas de una hermosura profunda, los tramos de pinotea, trabajos increíbles de herrería, mosaicos originales y las excelentes combinaciones de espacios y colores. También su frente, verdaderamente particular. El salón cuenta con diferentes ámbitos, con mayor o menor intimidad, todo de acuerdo al deseo del parroquiano. Agustín vive con Lía, su mujer y mano derecha en el restaurante. En esa misma chacra.Constantemente están haciendo cosas, inventando, resolviendo, cocinando o dándole de comer a los animales. La vida en estos lugares no deja de ser sacrificada. Por eso la cocina insume mucho esfuerzo. “Las entradas que ofrecemos generalmente son de campo. Provoletas y empanadas, por ejemplo. Utilizamos muchas verduras de la huerta para combinarlas en diferentes posibilidades. El restaurante funciona los jueves, viernes y sábados por la noche, mientras que los domingos abrimos solamente al mediodía. Hay que reservar porque tenemos una gran demanda”, puntualiza Agustín.A lo lejos se escuchan patos, ovejas, perros y gallinas. También el viento, que se cuela por entre las ramas de los álamos.Todo en “La Minorina” es bello. Su comida, sus vinos, sus espacios.El tiempo corre de otra manera, a otra velocidad. En “La Minorina” cada uno pude hacer con él lo que quiera.■

LA MINORINA | Km 6,4 – Ruta 151 – Cipolletti | Tel: (0299) 6313250 | E-mail: laminorina@gmail.com

 

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